En una interesante conversación que mantuve ayer con Alvy Singer, los dos nos preguntábamos cuál es la fórmula más interesante para generar diversión dentro del género de conducción, según su carácter-simulador o arcade- y no dábamos con una respuesta concreta. Si bien es cierto que en cuanto a gustos no hay nada escrito y que normalmente nos tiende a gustar un concepto de conducción virtual concreto, las experiencias como jugador difieren mucho cuando nos acercamos a un estilo o a otro y, por ende, la lectura que se puede extraer de la diversión también cambia.
Los arcades de conducción apuestan por una sensación de velocidad endiablada, unos trazados concebidos para correr y adelantar a los oponentes y, normalmente, una consecuente y explosiva destrucción de los vehículos. Así, sagas como Burnout, que hace muy poco sacó su última entrega para la nueva generación (Paradise), se han labrado un nombre en la industria y mantienen una cantidad de adeptos que ansían con todas sus fuerzas convertirse en el terror de la carretera, desatando este carácter de locura incontrolada que tanto asociamos a la alta velocidad. De hecho, el arcade en sí mismo ya encierra este sentimiento hostil en torno al adversario, y prueba de ello son las hecatombes organizadas a conciencia en los ya muertos Destruction Derby, que recogían la influencia Nascar para convertir el escenario en un verdadero cementerio de coches. Aunque ésta, todo hay que decirlo, sería una visión póstuma del arcade ya que inicialmente el género se forjó en las bases instauradas por el viejo Out Run, con la famosa suma de Ferrari+chica sexy de copiloto+ escenarios de ensueño+gran sensación de velocidad.
Por otro lado el simulador aboga por el amor al asfalto, al saber hacer dentro del circuito. Es más, aquí los rivales aparecen como entes del trazado, con una I.A verdaderamente terrorífica que, sin piedad alguna, acabará arrastrándonos al verdadero caos de la simulación, es decir, el escenario y sus formas maquiavélicamente diseñadas. Jugar a un simulador comporta plena integración dentro de la carrera, puesto que un sólo movimiento puede cambiar la dinámica del resultado y dejarte sin opciones de conseguir, ya no una victoria, sino el tan anhelado podio. El peso, la velocidad máxima, el giro y la manejabilidad son factores que convierten cada coche en único y que, por supuesto, cualquier jugador que se precie tendrá que aprender a dominar si quiere ganar. Exponentes del género como Live for speed, los Gran Turismo de Polyphony digital o los Forza Motorsport de Microsoft Game Studios así lo han demostrado a lo largo de sus entregas.
Y por el camino queda un género que podríamos calificar de mixto, que se mueve a caballo entre la simulación y el arcade y que supone un equilibrio perfecto para aquellos que no quieran "mojarse" en un extremo o en otro. Para mí, el claro referente en este campo es Metropolis Street Racer, de Dreamcast, que posteriormente renacería con la forma en la que todavía pervive, Project Gotham Racing. Aunque tampoco hay que obviar, y miren que no son de mi devoción, a los Need for Speed, que en los últimos años se han levantado de la tumba por la vía del tunning y acumulan unas cifras de ventas envidiables.
En definitiva, tanto los arcades como los simuladores de conducción tienen un atractivo propio y no se pueden ningunear entre ellos porque son dos formas bien diferenciadas de concebir un mismo género. Rapidez, locura y emoción, por un lado, y control, seriedad y habilidad por el otro.
5 comentarios:
Lo siento por GT y Forza, pero prefiero hacer un poco el loco antes que construir estrategias para lograr un triste tercer puesto...
¡¡Arriba Crash Team Racing!! (tenía que decirlo, lo siento)
Arriba Burnout novísimo: es un juego en el que me he sentido tan paleto como apabullado.
Claro que sí, Gas. Los arcades locos al poder aunque, puestos a citar uno, me quedo con Mario Kart. Rey indiscutible en este campo.
Saludos
Nadie se acuerda de Penny Racers? (alias Choro Q)
Y hablando de Mario Kart... ke ganas tengo ya de testear el de Wii... se me caía la baba ya con el estreno en japón de la versión para recreativa...
Penny racers...te refieres a ese arcade de coches "mini"? no lo he jugado pero recuerdo que en su época había gente que lo proclamaba como "adicción pura y dura".
Y sobre Mario Kart...la fórmula es la que ya todos conocemos y queremos, o sea que la diversión y calidad están aseguradas. Aunque tengo curiosidad por saber cómo responderán las motos. Ah, y otra cosa...espero que el control específico, por medio de ese "truño" de volante, no se cargue la conducción y los derrapes locos de siempre.
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