Puede ser calificada como un product placement en toda regla, pero eso no quita para nada que las aportaciones de Captain Nintendo sean más que interesantes y que digan mucho de los tiempos que vive el videojuego en la actualidad. Esta serie de animación, criada naturalmente en las entrañas de la compañía de Kyoto, propone la integración del videojugador en el mundo virtual. Un lugar donde Kevin Keene, el protagonista, es amo y señor de sus acciones. Lo realmente llamativo de Captain Nintendo y su paso por Videoland es que, ya a finales de los 80, la concepción de las compañías era la de dominar el entorno virtual, tal y como hace Kevin Keene por medio de un entrañable pad de NES atado a su cintura. Así, la serie construye una metaexperiencia de juego en la que este supuesto hardcore gamer emplea sus dotes consoleras dentro del propio mundo virtual para acabar con sus enemigos.
No deja de ser curiosa, también, la prostitución de los referentes simbólicos de los distintos personajes presentes en el cartoon. Aparece Megaman, pero no es ni azul ni tiene el aspecto molón de siempre. Lo mismo que Pit, de Kid Icarus, que se desprendió de toda mitología y que sufrió un cambio de nombre por el camino. Mother Brain, ese bicharraco encerrado en una máquina que nos había amargado en más de una ocasión en Metroid, se muestra aquí como un villano corpóreo y también bastante repugnante. Resulta gracioso, además, que la eliminación de los enemigos se plasme en forma de sprite, que algunos mueran al ser aplastados o que el escenario construya, perversamente, unas plataformas tramposas e ideadas para llevar a nuestros personajes al abismo. Todo en Captain Nintendo rezuma amor y despreocupación por seguir un esquema fidedigno a las grandes sagas de la compañía, pero el universo de Videoland se construye a través de detalles muy inteligentes que suplantan esta apuesta tan bizarra.
Visto en perspectiva, y después de 20 años del nacimiento de Captain N, el mercado se dirige cada vez más a este punto de partida. Aumentar la interacción, hacer más partícipe al jugador dentro de un espacio donde las reglas las dictamos nosotros. El reciente Fallout 3, por poner un ejemplo de gran calidad, no es más que la reproducción de esta premisa en un oasis marcado por la toma de decisiones y la libertad para cambiar el curso de las cosas. Y pronto, muy pronto, el viejo mando de NES que dotaba al joven Kevin Keene de superpoderes, no será más que una gran pieza para el recuerdo.
domingo, 3 de mayo de 2009
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2 comentarios:
Videoland que clasicazo. Me flipaba el capítulo dedicado a la habilidad de disparar del protagonista. Estupendo post.
¡¿Pero dónde estaba yo cuando echaban esta serie por la tele?! ¡Dios! Tiene buena pinta, que lástima que esté con la tercera te,porada de LOST y no pueda ver NADA MÁS. JOJOJOJO
Por cierto, ayer vi el primer episodio de Pokémon en Megavideo y casi me pongo a llorar... es mi infancia
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