Sin lugar a dudas, y como ya he comentado en más de una ocasión,
Cuando se dice que lo retro "mola", normalmente surge, por ende, el comentario del recuerdo; de aquellas fabulosas tardes que de niños pasábamos embobados delante de la caja tonta, manipulando con poca destreza los ligeros pero inmortales mandos de NES. "Qué bien me lo pasaba con mi hermano y mis primos" o "los juegos de ahora ya no son como los de antes" representan las manifestaciones más comunes cuando se tiende a conversar del retro. Y sí que es cierto que los juegos de ahora no son como los de antes, pero esto no significa que unos sean mejores que otros, en absoluto. Lo que si está claro es que cuando un sistema jugable trasciende en la línea del tiempo y se hace universal no es cosa del azar. Son pequeños engranajes de un mecanismo que, juntos, funcionan a la perfección y convierten a un videojuego en algo más que entretenimiento, en una bandera.
Esto más o menos es lo que sucedió con el primer Mario plataformero (Super Mario Bros) para Snes, que posterior a la gran etapa de luchas encarnizadas con el gorila Donkey Kong, alzó al fontanero como verdadero símbolo de Nintendo y sentó perfectamente las bases del género plataformero. Saltos, bloques para destruir, Goompas a los que aplastar, monedas que coger, conchas de Koopa que esquivar, el pequeño universo de Mario había nacido y se situaría como eje y patrimonio de Nintendo hasta el día de hoy. En la misma plataforma, le seguirían el notable Super Mario Bros II, que sigue siendo uno de los títulos más peculiares del fontanero, y la joya de la corona, Super Mario Bros 3 o Mario 3. Para trasladar el legado a
Y de 1999, nos vamos al reciente 2005, año en que sucede algo inesperado. Nintendo anuncia un nuevo juego de Mario...no, esto ya lo sabíamos porque pasa cada año. Nintendo anuncia un nuevo (new) Super Mario Bros para la flamante Nintendo Ds (esto sí que no me lo esperaba), que la compañía de Kyoto aprovechó descaradamente para vender su modelo Lite de acompañante (pero eso ya es otra historia). La premisa era perfecta ya que aunaba el concepto Bros con la modernidad, con un scroll horizontal en 2d pero con modelados 3d, redibujando la silueta del personaje para transportar el rompedor aspecto del Mario 3d a las viejas plataformas en 2 dimensiones. Y el resultado, sinceramente, no puede ser mejor, y lo dice uno que ha jugado a prácticamente a todos los Marios habidos y por haber. Nintendo no descuidó ni un sólo elemento a la hora de confeccionar el juego, y no estamos hablando de las simpáticas músicas que acompañan a todo juego del fontanero. Hablamos de la disposición de los mundos, con los viejos caminos y escenarios ocultos, que sólo pueden ser descubiertos al finalizar el juego, de las setas agrandadoras, las flores, fortalezas de Bowser a final de nivel e incluso el gusto por el disfraz de Mario (homenajeando al disfraz tanooki y mapache de Super Mario Bros 3) con la incorporación de Mario-caparazón.
Todo se desenvuelve de una forma harmoniosa en New Super Mario Bros y, aunque pueda pecar de corto y facilillo, es altamente rejugable y esconde secretos y minijuegos con la táctil que le alargan la vida considerablemente. Pero más allá de la duración y de todo lo que se pueda decir al respecto, me quedo con la simplicidad de "el rescatar a Peach de Bowser" una vez más, haciéndolo gustosamente a tenor de una fórmula conocida, degustada, explotada pero suficientemente atractiva para volver a encandilar de nuevo con esta actualización. Por eso, cuando se dice que el retro era mejor, tendríamos que elaborar pruebas de fuego conceptualmente presente-pasadas como la que ha superado este New Super Mario Bros para ver cuantos de los viejos títulos sobrevivirían en los tiempos que corren. Y entonces vemos a Mario de nuevo, cogiendo una de las nuevas setas preparadas para la ocasión, y haciéndose, no grande, sino gigante, anunciando que ha vuelto y más en forma que nunca. Grandísimo juego que dice mucho de los tiempos pasados, pero también del camino que ha emprendido el videojuego actualmente.
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